Los valores de un equipo

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Los deportes colectivos son deportes de equipo. Esto significa que los triunfos más importantes, son siempre los triunfos generales, los triunfos globales. ¡Gana el equipo, no gana un jugador! ¡No gana el entrenador, siempre gana el equipo!.

Seguramente por esta razón están tan bien ponderados y tan bien vistos en la sociedad. Es un buen reflejo de lo que nosotros creemos que debería ser la sociedad, y por lo menos, en ese ámbito, por una vez, nos sentimos todos identificados con el equipo.

Todo el mundo que está alrededor de los deportes colectivos, coincide que cuando un equipo juega como tal, tiene muchas más opciones de vencer. ¡Esto no se le escapa a nadie!,

Efectivamente, cuando un equipo es realmente un equipo, los malos días de unos jugadores pueden ser suplidos por otros. Los malos momentos de unos jugadores pueden ser suplidos por otros. Incluso puede pasar que, algunos compañeros animen a los que están decaídos y éstos alcancen rápidamente su nivel normal o anterior.

En cambio, imaginémonos un equipo que no trabaja en grupo. Cualquier desavenencia interior va a romperlo. Cualquier problema, cualquier racha de resultados negativos va a destrozar la cohesión de los mismos y, poco a poco, ese equipo podría dejar de rendir con todo el potencial que podría tener. Los jugadores, entre ellos, se generan confianza, se animan, se hacen ver de lo que son capaces, ven un futuro mejor incluso del que actualmente tienen.

Trabajo en equipo

El compromiso, además, hace que siempre estén pendientes unos de otros: cuando las cosas van mal o cuando las cosas van bien. No hay sustituto para tener un equipo, nada puede sustituirlo. La fuerza puede sustituir a la resistencia. La velocidad a veces puede sustituir a la fuerza. Pero jamás un equipo, que actúe como tal, puede ser sustituido por un grupo de jugadores; el rendimiento siempre será inferior y la satisfacción y el trabajo de los jugadores, siempre será inferior.

Hay mucha literatura para los entrenadores sobre cómo se dirige un equipo, cómo se lidera un equipo. Incluso en la primera lección de este seminario, hemos hablado sobre el liderazgo y sobre el papel del entrenador.

En la segunda hemos hablando de las formas de influencia que tenemos, para convencer a los jugadores a que jueguen como equipo. Pero hay un detalle que encuentro a faltar, prácticamente en todos los manuales sobre equipos y en todos los textos para entrenadores: ¿qué es lo que realmente tiene que estar viviendo el equipo?.

No nos pensemos, ni por un momento, que somos supermanes o dioses que con una varita mágica, la de nuestra personalidad o la de nuestras herramientas de influencia podemos conseguir lo que queramos de los jugadores y hacerles jugar como un verdadero equipo. ¡¡¡Eso es falso!!!

Podemos influir, podemos ayudarles, podemos influir sobre uno, quizá podamos influir sobre todos pero lo que realmente tiene que vivir dentro el equipo, esos valores, sólo depende de ellos. Por esto me gustaría poder compartir con vosotros los 5 ó 6 valores principales que construyen la tan deseada sinergia, es decir, que la suma de todos los componentes dé más que la suma individual de los componentes.

¿Estás dispuesto a hacer el trabajo de los demás?.

El primer valor, sin duda, es la generosidad. Todos los integrantes del equipo deben ser generosos. Ser generoso significa, dar más de lo que se recibe. Dar incluso, más de nuestro 100% o dar más de lo que tenemos asignado dar, especialmente, cuando el otro compañero no tiene el día y, a lo mejor, tenemos que hacer parte de su trabajo. Los jugadores tienen que ser generosos, hacen su trabajo y detectar cuáles jugadores no lo están haciendo, ver por qué y ayudarles; si conviene, haciéndolo ellos y sino, ayudándoles, animándoles, generándoles entusiasmo, para que se pongan nuevamente a su nivel.

Hay que ser generoso, este valor, es básico para trabajar en equipo. Lo contrario, ser egoísta, es fácil entender cómo rápidamente rompería el esquema del equipo. Si los jugadores, si el resto de compañeros ven que un jugador solamente va a la suya, poco a poco, van ir dejándolo de lado y no querrán estar con él.

¿Estás dispuesto a dejarte ayudar?

El segundo valor, es la humildad. Pero la humildad entendida de manera diferente a como se suele entender. El primero, hemos dicho que es la generosidad, que significa ayudar a los demás cuando éstos no estén bien, pero eso es imposible si el receptor de esa ayuda no es humilde. Si no es capaz de entender que hay días que no todo sale bien. Si no es capaz de aceptar que un día lo esta haciendo mal; para eso, hay que ser muy humilde y hay que ser capaz de aceptar la ayuda de otros.

Valores

En general, en los deportistas es difícil encontrar este punto de humildad, no porque no sean humildes en el resto de facetas de su vida, sino porque muchas veces los jugadores tienen tanto coraje, tienen tantas ganas de hacerlo bien, tienen tantas ganas de superarse a sí mismos, que tienen como una especie de venda en los ojos, que no les permite ver que lo están haciendo mal o incluso, a sabiendas de que lo están haciendo mal no quieren desistir de ser ellos quiénes solucionen la papeleta… En ese momento es cuando hay que ser humilde para ceder el protagonismo a tus compañeros y para dejar que ellos hagan más de lo que les toca.

“¡Hoy no es tu día!, ¡deja de tirar triples!, ¡no quieras tirar todas las faltas!, ¡deja que otro tire los penaltis!…» Sencillamente, en realidad, es mucho más fácil ser generoso que humilde. A todos nos gusta leer luego en la prensa: “ Tal jugador, tales jugadores se echaron el equipo a la espalda, trabajaron más que los demás y al final el equipo ganó porque estos fueron capaces de generar más de lo que tenían y bla, bla, bla…”

Eso le gusta a todo el mundo y a todo el mundo le gusta salir así luego en la prensa. Es, paradójicamente más fácil ser generoso que ser humilde en el alto rendimiento, pero son dos valores cohexistentes y complementarios, sin los cuales no puede darse la sinergia.

Fijaros la tan denominada y tan buscada sinergia cómo actúa aquí: Si no tenemos un equipo unido, donde hay jugadores generosos y humildes; el día que algunos jugadores no tengan un buen día, el rendimiento se va a resentir. Ese día lo normal sería que un grupo de jugadores rinda a 9 y otro grupo de jugadores, a lo mejor, rinda a 6. Sin embargo, cuando existe esta combinación de generosidad y humildad, lo que va a ocurrir en realidad es que, el que daba 9, ese día podrá dar 12 y cubrir los 6 que daba para que el nivel medio dé 9; o animar al que daba 6, para que este nivel suba.

La magia de todas las magias.

Esta es la entrada al tercer valor, otro valor imprescindible junto con los otros dos, que es el entusiasmo.

Ganan los valores

El entusiasmo, esa capacidad de contagio de alegría, de tener ganas de hacer cosas, de ser capaz de luchar, de luchar hasta el final, de luchar más que el otro. El entusiasmo es un valor absolutamente imprescindible.

Con entusiasmo se puede lograr cualquier cosa, sin entusiasmo es imposible lograr las cosas. La verdadera importancia del entusiasmo reside en que éste es contagioso, es decir, una persona entusiasta rápidamente, va a generar entusiasmo con todo el mundo que esté alrededor.

Pero cuidado, que la ausencia de entusiasmo también es contagiosa. Por eso es tan importante exigir al equipo entusiasmo, porque como haya 3 ó 4 jugadores que estén faltados de entusiasmo, poco a poco van a ir también contagiando al resto. Tenemos que procurar que siempre haya más jugadores entusiastas, que generen entusiasmo y nosotros debemos ser los primeros que debemos estar así.

Recordad que insistí mucho en que para motivar a los jugadores hay que mostrar una personalidad entusiasta, porque ésta contagia, no sólo el mensaje, sino físicamente puede contagiar a los jugadores.

Entonces, nosotros tenemos que ser los primeros entusiastas, generar entusiasmo para contagiar a unos cuantos y que éstos, contagien al resto. Nuevamente, éste es uno de los factores críticos de la sinergia, es decir, si queremos jugadores que contagian este entusiasmo de deseo de hacer más las cosas, tendremos que los que rendían a 9, ese día van a poder rendir a 6…a 10, los que rendía a 6 van a pasar a 9 y van a 10. Con entusiasmo, con esas ganas de mejorar siempre, vamos a conseguir que, lo que en un grupo sumaría un resultado determinado, en un equipo sea capaz de sumar no sólo el valor máximo de los jugadores sino aumentando por lo que genera el entusiasmo.

¿Creemos en nosotros?

El cuarto valor es la confianza. La confianza hace, que los jugadores realmente deseen expresar todo su potencial. La confianza se basa en la capacidad percibida por cada uno de los jugadores sobre su capacidad de hacer realmente las cosas. Cuando tenemos confianza en nosotros mismos, probamos más cosas, jugamos con más intensidad, arriesgamos un poco más, hacemos con más seguridad otras cosas que sabemos; sin embargo, cuando nos falta confianza lo primero que cortamos son todas las actitudes de riesgo porque tenemos miedo a fallar, miedo del qué dirán, miedo de no hacerlo bien.

Sin riesgo es muy difícil que haya victorias. Siempre tenemos que arriesgar, entendiendo que arriesgar no es apostar, no es hacer locuras. Arriesgar es hacer cosas difíciles sabiendo que te has preparado para hacerlas.

¿Cómo podemos nosotros incidir en la confianza?. Si somos capaces de hacer ver a los jugadores qué cosas están haciendo bien, eso les va a generar confianza. La confianza en realidad, es como una mesa con patas; cada pata da estabilidad a la mesa, cada pata da estabilidad a la confianza.

Una pata es, cada vez que un jugador ha hecho algo bien y además que se ha dado cuenta. Entonces, si nosotros durante las sesiones de entrenamiento o en nuestros comentarios con los jugadores, sólo hacemos que criticarles, en realidad, lo que estamos haciendo es quitar las patas de esa mesa y cada vez se va a volver más frágil hasta que sea muy fácil que se derrumbe.

Por esta razón, tenemos simultanear tanto las críticas o las correcciones con los halagos o los elogios, especialmente, de las actuaciones técnicas y tácticas que tengan los jugadores.Actuando así, cada vez introduciremos una pata nueva debajo de la mesa y cada vez este jugador tendrá más confianza.

¿Estamos unidos?.

Unidos

El siguiente valor importante es la cohesión. ¿Qué factores pueden favorecer la cohesión?. Pues fíjate, en la medida en que el jugador vea satisfechas las necesidades de las que hablábamos en la motivación, eso va a favorecer su cohesión en el grupo; en la medida en que ellos mismos perciban el compañerismo que hay en el equipo, eso va a seguir favoreciendo su cohesión. Si el equipo es ganador, si el equipo alcanza prestigio, si el equipo tiene un cierto reconocimiento social, esto va a seguir favoreciendo la cohesión. Si él percibe que tienen un cierto status dentro del equipo por la importancia que nosotros vamos dándoles, alternado la distribución de tareas, eso va a favorecer también la cohesión. La cohesión hace que el equipo esté unido y refuerza y fomenta todos los valores que hemos hablado antes.

Cuando las cosas se tuercen, se revela el equipo.

Y finalmente, el compromiso. El valor del compromiso nuevamente es imprescindible. Es complicado definir compromiso, pero sé cómo explicarlo muy rápido porque es como unir la pareja.

El compromiso empieza cuando la diversión se acaba. Cuando ya no es divertido, cuando ya no ganas siempre, cuando llevas una racha de partidos perdiendo, cuando el entrenamiento se hace duro, entonces ¿sigues manteniendo el resto de valores y sigues mostrándolo a los demás? ¿sigues siendo generoso, humilde, entusiasta, mostrando confianza y generando confianza hacia los demás, cohesionado con tus compañeros?

¡¡¡El compromiso es eso!!!. El compromiso es mostrar todos los valores cuando las cosas no son divertidas, ahí aparecen los comprometidos. Los demás se largan. Los egoístas e individualistas se largan. Un equipo sin compromiso no es nada…

FUENTE: @XescoEspar http://www.academiadeentrenadores.com/

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